Muy a menudo, familiares, amigos cercanos, personas que conozco al azar, suelen hacer preguntas sobre el funcionamiento del cerebro de sus hijos, hijas o niños que tienen en su entorno: “¿es normal que todavía no hable?”, “¿qué puedo hacer para que mi hijo sea muy inteligente?” “¿a qué edad le puedo dar un celular?”. Estas y muchas más preguntas dan cuenta de lo desconocido que es para el cotidiano de las personas el funcionamiento cognitivo e intelectual, y más aún de ese oculto órgano del que depende: el cerebro.
Y es que este órgano, que al nacer puede pesar aproximadamente 350 gramos (poco menos que una libra de arroz), es quizás el órgano humano con la más grande paradoja: lo usamos constantemente, pero aún nos falta mucho por conocer de él.
Desde el momento mismo de la gestación, este se roba el “protagonismo”: una vez constituidas las bases iniciales del cerebro, desde el 4° mes de gestación comienzan a darse procesos de mielinización de áreas motoras; este proceso, clave en el desarrollo y adquisición de aprendizajes, pues se trata de generar los “recubrimientos” necesarios para los impulsos eléctricos “viajen” adecuadamente por las neuronas.
Si te estás preguntando qué es “mielina”, una forma de imaginarlo es mirando un cable eléctrico: la mielina sería esa parte que recubre el cable, y entre más gruesa es, pues es porque más potencia tiene
Pero todo el cerebro no tiene este proceso al mismo tiempo ¿te imaginas a un bebé de 1 mes teniendo todas las mismas habilidades que un adulto de 30 años?, como somos uno de los mamíferos cerebralmente más complejos, necesitamos de más tiempo para “madurar”; diferentes estructuras van siendo organizadas y perfeccionadas a medida que las vamos utilizando y necesitando, de tal manera que se trata de un proceso PROGRESIVO, SUMATIVO de desarrollo. Esto quiere decir que a medida que crecemos, desde nuestro día 0 de nacimiento, estamos madurando cerebralmente. Nacemos con una base (al menos 5 meses de mielinización), pero es sólo el inicio de la tarea.
Las diversas estructuras que requieren ser mielinizadas –o sea, perfeccionadas, recubiertas, puestas a punto para su uso-, tienen “ciclos de mielinización”, es decir, un tiempo en el que de acuerdo con lo que ya sabemos del cerebro, éstas logran los niveles de mielina requerida para ser usados y puestos en funcionamiento: por ejemplo, entre los 4 meses de gestación y hasta aproximadamente el primer año, se da este proceso en las raíces motoras. Si lo piensas, lo primero que necesita un humano es controlar su parte motriz: agarrar, gatear, moverse, hasta llegar a caminar. Algunos lo hacen más rápido que otros, y eso dependerá de varios factores (en otras entradas del blog explicaré más acerca de eso), pero para la mayoría de humanos funciona en ese tiempo.
Muchos, o la mayoría de estos ciclos se producen entre el primer año de vida y los dos, tres y cuatro años: estructuras responsables del funcionamiento sensorial, del lenguaje, del desarrollo social. Esto se relaciona con el crecimiento exponencial que experimenta el cerebro en sí mismo como estructura en estos años: entre el primer y el segundo año de vida, el crecimiento en peso, es del doble y luego casi el triple, pues a los dos años puede llegar a pesar 900 gramos. Posterior a los tres años, en tamaño y peso, el cerebro no crece mucho más (un cerebro adulto puede pesar entre 1.300-1.500 gramos y medir 53-56 cm), lo cual demuestra que el período más clave está entre la gestación y los 3 -5 años, periodo donde no sólo se produce el mayor crecimiento de tamaño-peso, sino donde además se dan los procesos de mielinización claves para los aprendizajes básicos, que le permitirán prepararse para las siguientes etapas, en las que comenzará a descubrir cómo usar esa herramienta que ha venido siendo preparada.
Por eso, a estas primeras etapas se les denomina NEURODESARROLLO. En este blog, queremos hacer una serie de entregas, donde de manera muy práctica continuar compartiendo información clave para familias, cuidadores, público en general, acerca del maravilloso mundo del cerebro y del aprendizaje.
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